Aunque hay muchos cementerios salpicados por el territorio español que comúnmente son conocidos como “británico”, “inglés”, “americano”, “protestante”, “anglicano”, “no católico”, “episcopaliano” o simplemente «St. George’s “, etc., sus nombres pueden, a veces, ser engañosos.
Si bien es cierto que algunos, aunque de ninguna manera todos, son realmente “británicos”, otros pertenecen a diferentes naciones como Estados Unidos, Alemania o Suecia, entre otros. De los cementerios británicos que aún permanecen hoy en día, algunos son propiedad de HMG, como es el caso de los cementerios que ahora están bajo los auspicios de la FUNDACIÓN CEMENTERIOS BRITÁNICOS en ESPAÑA. En el caso de otros, el terreno había sido comprado por empresas británicas establecidas en España, o por miembros de la comunidad británica en la zona. En otros casos, como ocurrió en Bilbao, el sitio original fue donado por las autoridades locales.
De los cementerios británicos propiedad de HMG, aunque los títulos de propiedad pueden estar en nombre del gobierno británico, como con muchas otras instituciones comunitarias, se consideró que los cementerios deben ser apoyados por la comunidad misma. Por lo tanto, gracias al interés, el apoyo y las aportaciones de los familiares de algunos de los enterrados en nuestros cementerios, así como de los voluntarios, todavía hoy podemos presumir de varios cementerios británicos en España. Desafortunadamente, como resultado de la falta de comunidad británica local en algunas áreas, otros de nuestros cementerios han sido donados a las autoridades locales para ser atendidos, o han sido cerrados o simplemente han desaparecido.
Aunque las negociaciones para establecer los cementerios “británicos” en España comenzaron ya en el siglo XVII, no fue hasta mediados o finales del siglo XIX cuando la mayoría de estos cementerios fueron finalmente establecidos. Esto ocurrió tras la promulgación de un Real Decreto (abril de 1830) por el que se autorizaba a representantes de la comunidad británica en España a comprar un terreno en el que los no católicos británicos pudieran finalmente recibir el estatuto oficial de enterramiento cuando murieran en territorio español.La solicitud para establecer un cementerio británico fue llevada generalmente por el cónsul británico local, que, en nombre de la Corona Británica, compró una parcela para este propósito. Por otra parte, en las zonas mineras o industriales, el terreno fue comprado por representantes de las empresas británicas instaladas allí, o por miembros de las comunidades locales británicas, bien por suscripción general o la generosidad de ciertas familias o individuos bien situados.